miércoles, 22 de abril de 2009

Plan tolerancia cero


El Plan tolerancia cero promovido por el gobierno fue en realidad un cero a la izquierda, no solucionó el problema, al contrario se descubrió que malos empleados (como siempre en las instituciones públicas) hicieron honor a Freddy Krueger: las uñas largas. No sólo recibían coimas sino que permitían que las unidades continúen su camino con el peligro que representaban al no cumplir con los requisitos para desplazarse.


El tema es muy complejo y se tiene que actuar con mano firme. En primer lugar está el control de velocidad (90 km/hora). La mayoría de los accidentes es precisamente por el desmesurado pie a fondo en el acelerador de parte de los timoneles; la instalación de radares es una alternativa, si recodamos que en el serpertín de pasamayo cesaron las colisiones gracias a estos aparatos. La panamericana tiene que convertirse en una autopista para evitar los choques frontales; además, los conductores deben tener capacitación permanente.


La formalización del transporte es urgente, existen empresas que aparentemente son formales pero se comportan como informales, abordan pasajeros en cada semáforo, su velocidad alcanza los 130 km/hora y su historial de accidentes es para alarmarse. Hay unidades que en un día realizan varios viajes, y sus pilotos descansan en las bodegas con sexo incluido ( las meretrices pululan por los terminales), miccionan en las llantas, se lavan la cara con agua que tienen en una botella descartable. Las condiciones deplorables en que trabajan tienen una consecuencia: las colisiones aparatosas con vidas que lamentar y, esto tiene que parar.


Se reveló que había choferes que tenían como 50 papeletas sin solucionar; osea son el mismo diablo sentados pilotando el bus, ¡que miedo! Y lo peor de todo, los empleadores le siguen dando trabajo cuando deberían castigarlos de por vida por irresponsables.


En nuestro país gobierna el caos, transforman a los ómnibus en segundo piso sin la supervisión correspondiente; reducen los espacios que hay entre cada asiento incomodando un viaje tranquilo; circulan unidades que miden como una cuadra ( Soyuz y Flores los tienen). Pero lo más dramático es que las autoridades están con los brazos cruzados, la incompetencia les rebota en la cara, sin sangre obviamente, igual que los policías de carreteras que en vez de vigilar esta anomalía tratan de llenarse los bolsillos extorsionando a los malos conductores.