miércoles, 13 de marzo de 2013

HUGO CHÂVEZ

El exchófer de bus Nicolás Maduru, en su momento más difícil se dispone a dar la noticia; toma aire, y al borde del llanto anuncia la muerte de su jefe y líder venezolano, Hugo Chàvez.

La noticia cayó como una bomba a la mitad del país petrolero, y para la otra mitad fue como una bendición y respiraron aliviados que por fin sus penurias acabarían para siempre y dijeron: muerto el perro, muerto la rabia.

El comandante de la utópica revolución bolivariana no le pudo ganar al cáncer. Dejó así en una incertidumbre a su país. Esa duda se despejará con las nuevas elecciones y son ocho los candidatos, destacando el exchófer y sindicalista Nicolás Maduro y el opositor Henrique Capriles 

Chàvez estuvo en el poder 14 años, para tal objetivo tuvo que cambiar la constitución  para poder reelegirse, concentró el poder  y vapuleo la libertad de prensa. 

Fue un fanfarrón y luenga larga; y en más de una oportunidad se fue de boca contra personajes como  George Bush y le dijo: 
Eres un burro, un ‘donkey’, Mr. Danger, un cobarde, un alcohólico, eres de lo peor que ha habido en este planeta. Dios libre al mundo de esta amenaza”. 

Al secretario de la OEA le dijo: No sea pendejo, Dr. Insulza. Vaya que es bien pendejo el doctor Insulza. Un verdadero pendejo, desde la P hasta la O. No le tenemos miedo. Usted está muy equivocado. Vaya con sus insulserías a otro lado”

Y otra:  ¡Váyanse al carajo, yanquis de mierda, que aquí hay un pueblo digno! ¡Yanquis de mierda, váyanse al carajo cien veces".

Ese era el verbo de Chàvez; con un comportamiento poco frecuente que requiere la investidura presidencial. Ahora el panorama se presenta distinto en Venezuela; las nuevas elecciones dirán sí al cambio o de lo contrario seguirán con esa cantaleta de la revolución; un programa caduco, vetusto que no ha dado resultados.


El mundo ya no quiere más caudillos bravucones que se entornillan en el poder y lo único que logran es amasar fortuna. Chàvez, no enseñó a pescar a su gente, sino que le regaló el pescado; con razón lo idolatraban y lo volvían  a elegir; demostrando que la dignidad de la mayoría del pueblo llanero quedaba pisoteada.