Ni la presencia voluminosa del presidente peruano fue necesario para torcer la votación a nuestro favor; fue en vano su viaje a México; obviamente el mandatario no representa a un atleta, a juzgar por sus 130 kilos de peso, nunca jugó una pichanguita con los amigos del barrio, menos correr un par de vueltas a la manzana; que haga cinco planchas ya sería una hazaña.
La designación que favoreció a Toronto, estaba más cantada que el Himno Nacional. Canadá tiene ya experiencia (organizó las olimpiadas de Montreal 1976), es un país desarrollado y uno de los más ricos del orbe. La competencia en sí, ya presentaba diferencias abismales; Colombia, se sabía que estaba rezagada, el terrorismo es su talón de Aquiles; entonces quedaban Canadá y Perú; pero valga la comparación es como si los galácticos del Real Madrid se enfrentara con los once amigos de Comas. El ganador acumuló 33 votos; nuestro país, 11 votos y los colombianos apenas llegaron a 7. No bastó el poco entusiasmo que mostraron las autoridades, apenas una banderola descolorida y mal diseñada que está colgada en el frontis de la zona oriente del Estadio Nacional, esa era una de las pocas señales de nuestras aspiraciones a organizar un panamericano. Los medios de comunicación, tocaban de manera soslayada esta ilusión; se pusieron las pilas casi al final, pero igual, no había emoción, la ciudadanía estaba apática.
Tras el golpe que recibimos, ojalá no se paralicen la obras de modernizar el coloso de José Díaz, lo necesitamos porque en un país donde las canchas de fútbol eran un desastre y estaban todas peladas, era claro que no se podía practicar deporte; los dirigentes tuvieron que echar mano al resistido grass artificial. No teníamos infraestructura para organizar los juegos, pero igual nos lanzamos como candidatos.
Alan García, como siempre, no le gusta perder, ni bien recibió el mazazo de la derrota, al toque hizo trabajar sus reflejos innatos de demagogo y muy entusiasmado dijo: Vamos a celebrar el hallazgo de cinco trillones de pies cúbicos de gas, cuando en realidad-según los expertos- llega al trillón, como siempre mentiroso, pero igual, hoy viajará al Cusco, luego retorna para la gran fiesta en la plaza mayor, se subirá al escenario, moverá el cuerpo al ritmo del baile del teteo y sudará la gota gorda, de está manera se garantiza que por lo menos reduzca un gramo de su grotesca figura.
La designación que favoreció a Toronto, estaba más cantada que el Himno Nacional. Canadá tiene ya experiencia (organizó las olimpiadas de Montreal 1976), es un país desarrollado y uno de los más ricos del orbe. La competencia en sí, ya presentaba diferencias abismales; Colombia, se sabía que estaba rezagada, el terrorismo es su talón de Aquiles; entonces quedaban Canadá y Perú; pero valga la comparación es como si los galácticos del Real Madrid se enfrentara con los once amigos de Comas. El ganador acumuló 33 votos; nuestro país, 11 votos y los colombianos apenas llegaron a 7. No bastó el poco entusiasmo que mostraron las autoridades, apenas una banderola descolorida y mal diseñada que está colgada en el frontis de la zona oriente del Estadio Nacional, esa era una de las pocas señales de nuestras aspiraciones a organizar un panamericano. Los medios de comunicación, tocaban de manera soslayada esta ilusión; se pusieron las pilas casi al final, pero igual, no había emoción, la ciudadanía estaba apática.
Tras el golpe que recibimos, ojalá no se paralicen la obras de modernizar el coloso de José Díaz, lo necesitamos porque en un país donde las canchas de fútbol eran un desastre y estaban todas peladas, era claro que no se podía practicar deporte; los dirigentes tuvieron que echar mano al resistido grass artificial. No teníamos infraestructura para organizar los juegos, pero igual nos lanzamos como candidatos.
Alan García, como siempre, no le gusta perder, ni bien recibió el mazazo de la derrota, al toque hizo trabajar sus reflejos innatos de demagogo y muy entusiasmado dijo: Vamos a celebrar el hallazgo de cinco trillones de pies cúbicos de gas, cuando en realidad-según los expertos- llega al trillón, como siempre mentiroso, pero igual, hoy viajará al Cusco, luego retorna para la gran fiesta en la plaza mayor, se subirá al escenario, moverá el cuerpo al ritmo del baile del teteo y sudará la gota gorda, de está manera se garantiza que por lo menos reduzca un gramo de su grotesca figura.