lunes, 24 de diciembre de 2012

MERRY CHRISTMAS

La pelota sucia, trajinada y casi desinflada es impulsada por el pie izquierdo de Felipe, el balón pega dentro del pórtico pintado en la pared de adobe de su humilde casa en un pueblo joven en la parte periférica de la ciudad. El niño de 5 años grita ¡gooool! luego toma la pelota y salta sobre ella, desinflándola totalmente, y la arroja al bote de basura; está feliz porque Nelly, su mamá le dijo que Papá Noel le regalará una pelota nueva.

-¿Mamá, me regalarás mi tambor verdad? dice Felipe sonriendo.

-¡Claro! le dice Nelly acariciando su cabello y le limpiándole el rostro que está de sudor.

La abnegada mujer con cuatro hijos no sabia que hacer en esos días trajinados previos a la navidad; ahorró como pudo para comprarle algún significativo regalo a sus retoños. Felipe por ser el último e inocente le causó mucha ternura e hizo lo imposible para arrancarle una sonrisa en estas fiestas.

Al caer la tarde  del 24 de diciembre ella se desplazó a la ciudad para comprar los regalos, regresó a las 8 de la noche. Al llegar a casa, sus cuatro hijos se abalanzaron sobre ella pidiendo su regalo; ella, amorosa no les negó tal alegría. Nelly no participaba del ritual conocido de aguardar hasta las doce y que los regalos estén alrededor del árbol de navidad; para empezar no tenía árbol, de modo que no había forma y los niños no esperaban hasta las doce, se dormían antes, sobre todo Felipe que a las nueve ya estaba bien dormido. 





Los niños con sus juguetes salieron felicesa a la calle a disfrutar de ellos; Felipe cogió el suyo que no era un tambor de hojalata, sino de plástico y empezó a tocar de manera desordenada el tambor, caminando por la polvorienta calle de su barrio  y lo hacia con cierto paso, como en los desfiles militares; la cuadra donde vivía era simpática; todos los vecinos estaban en la calle; la oscuridad de la noche no les impedía ser felices en la Navidad. El reflejo de las lamparas petromax de dos bodegas del barrio le daban un escenario pintoresco.



Todo el pueblo joven no tenia luz, agua. Ningún miserable político había llegado a ofrecer esos beneficios, seguro que llegaron después, claro a cambio de votos y loas.

Felipe se cansó de tocar su tambor, regresó a casa, tenia sueño, y quería disfrutar de su cena navideña. Nelly lo esperó emocianada, le sirvió chocolate sin leche y panetón barato, no había pavo ni ensalada. Felipe devoró todo y repitió, luego se lavó los dientes y su fue a dormir; siempre agarrado de su juguete nuevo, el tambor. Nelly como todas las noches le cuenta una historia linda; el niño antes de dormir pregunta:

- ¿Mamá a que hora viene Papá Noel con mi pelota? 

-No te preocupes, él ya no demora.

A los pocos  minutos el niño se durmió, Nelly lo miraba con mucha ternura y derramó algunas lágrimas; luego se dirigió a la calle a vigilar a sus otros hijos que no se cansaban de jugar, al ver que todo estaba bien, regresó a su precaria vivienda y subió  al techo; ahí se podía observar el otro extremo de la ciudad; luces por doquier, destellos en el cielo, fuegos artificiales que surcaban el cielo.

En efecto, en ambos lados de las clases sociales se celebra la navidad de distintas maneras, unos con agua y luz otros sin ellos; los pobres viven felices a su manera. La navidad es para todos. Para los buenos y los malos; los ladrones y los políticos; También el presidente y hasta el barrendero participa de la fiesta. 

Cansada de observar el escenario de la ciudad Nelly regresa a al cuarto donde duerme Felipe, lo mira y sonrie, deja la pelota nueva en la cama que según Felipe, Papá Noel le ragalaría; luego se inclina y le estampa un beso y sollozando le susurra:

 ¡Feliz Navidad mi cielo! ¡ Feliz Navidad mi pequeño!