viernes, 17 de julio de 2009

Marco Antonio





La camioneta 4 x 4 se desplaza por el óvalo de Miraflores; el conductor se estaciona y baja el vidrio, hace una señal a un flete (prostituto) que está sentado conversando con un hombre de raza negra en una de las bancas del parque. El fletero se despide de su amigo con un abrazo, luego corre raudo hacia el vehículo; conversa, o mejor dicho negocia con el tipo que es un gay y sube. Las llantas del bólido chillan en señal que arrancan y se desaparece con rumbo misterioso. El hombre, bueno es un decir, se va con un desconocido, un chico que no conoce, sólo sabe que ese muchacho va ser su ocasional amante y por eso tiene que darle dinero. Lo que más importa para él, es el momento de placer que pasará; más adelante no sabe nada y, de repente no lo sabrá nunca.
Esa es un escena diaria en las calles de la capital, y principalmente en Miraflores; chicos que no terminaron el colegio, pero ya están vistiendo ropa de las mejores marcas, celulares de lo más modernos, sabiendo que no trabajan y las condiciones de sus padres tampoco lo permiten; indudablemente que ahí pasa algo raro. Pero ese cajero que les da todos esos lujos y comodidades son nada menos que los gays maduros y con dinero; pero son exigentes, porque los prefieren chiquillos y pintones.
El reciente asesinato del reconocido estilista Marco Antonio ha abierto una ventana ya conocida donde se ve un paisaje oscuro con vientos cargados de miedo, de este mundo que por un lado están los Jovencitos que son pegados a lo fácil, al robo; y del otro, los gays, que para obtener el amor falso y al macho activo, no escatiman en romper tarjetas de créditos con tal de darse esos gustitos. Compran amor, placer, pero no miden las consecuencias.
El estilista jamás pensó que su ex amante le tenía preparada una trampa. Es más se alegró porque tendría una noche loca de sexo, incluyendo trago y quizá algo más. Confiaba mucho en él, porque en su momento fue su anfitrión en su peluquería y, quería recordar, porque los recuerdos son dulces y muy intensos.
Luego de cenar, beber y tener sexo, el ex amante en complicidad de dos sujetos acabaron con la vida del peluquero, para luego robar una laptop, quince mil soles, varios relojes, un celular iphone. Los tres asesinos ya fueron capturados, dos de ellos son relacionados con unos sanguinarios delincuentes de los bajos fondos del puerto del Callao.
La comunidad gay alzó la voz, en dos meses han asesinado a siete de sus miembros. Y parece que esto continuará, porque en el Perú la intolerancia se mantiene y los homofóbicos estan ahí. Que se cuíden los gays de la farándula, como Jaime Bayli, Beto Ortíz, personajes que salieron del closet y gritan a los cuatro vientos su opción sexual. No vaya ser como en los años ochenta, la banda de los "matacabros" aparezca con fuerza. Así como se suscitan los hechos, parece que están actuando solapadamente. No queremos entonces que el ex niño terrible de Jaimito, haga realidad lo que escribió en su libro "no se lo digas a nadie" y termine sus días en escenarios macabros, donde el licor, las drogas, el sexo fuerte, el escándalo y la intriga son los ingredientes principales; y donde la muerte sea tan rápida como conseguir un flete.