miércoles, 30 de noviembre de 2011

Expreso de Medianoche

Inicios de los 80. Época de buenas películas y música. Una década estupenda. Frisaba la etapa más complicada (la adolescencia) estaba en el colegio; la palomillada en todo su esplendor.
Trujillo, mi ciudad de origen; el cine teatro Municipal ofrecía siempre películas ganadores de Oscar; también era sede del Festival Nacional de Ballet.
Nueve de la noche de un fin de semana, fuimos al cine con dos amigos del barrio. Antes de llegar a la boletería advertimos que la entrada a galería estaba desguarnecida, el tío que se encargaba de controlar dicho acceso estaba más distraido que nunca; decidimos amagarlo y sin darse cuenta ya estábamos arriba bien sentados para deleitarnos con Expreso de Medianoche; con el ahorro de las  entradas teníamos para la cancha o para el sublime.
Que estupenda película, quedé tan impactado con la cinta que la observé cuantas veces me  permitiò el tío encargado de vigilar el acceso al cine.
La magistral actuación de Billy Hayes (Brad Davis) me quedó grabada hasta ahora. La forma de sobrevivir en la  cárcel, dura como todas, y la idea de escapar que al final lo logra. La escena donde la novia  lo visita al penal, describe como los seres humanos necesitamos del afecto de los seres queridos y que al perderlos por un tiempo nos damos cuenta del error que cometimos. Billy (Brad Davis)  observa los pechos insinuantes de su novia y quiere besarlos, pero no puede, un vidrio impide ese acercamiento.
Mañana se celebra el día mundial de la lucha contra el SIDA. Brad Davis murió de esta enfermedad el 8 de septiembre de 1991. Su vida y su talento se acabo a los 41 años. Su esposa Susan Bluestein afirmó que él no era gay; pero que si consumía cocaína. 
Cuando el tiempo me lo permite vuelvo  ver la película, escuchar la música  a cargo de Giorgio Morodor me vuelve al pasado, esa de la mocedad, de las palomilladas de barrio.
El SIDA se llevó a Brad; también el celebré actor Rock Hudson, a Freddy Mercury. La enfermedad no tiene distinción; si se llevó a famosos, imàginate si algún día te toca la puerta para entrar. 






lunes, 21 de noviembre de 2011

¡Tenemos que ganar!

¡Arriba Perú carajo que tenemos que ganar! era el grito de guerra de todos los peruanos antes del último partido con Ecuador. El optimismo era total; el crédito otorgado a Sergio Markariàn estaba intacto; el tercer lugar obtenido en la Copa América le daba oxigeno suficiente como para seguir cobrando sus miles de dólares durante el proceso clasificatorio.
El romance seguía viento en popa con el entrenador, incluso muchos periodistas deportivos le cantaron el happy birthday al buen Sergio, compartiendo torta y unos "piscachos" para sentar el buen animo con el uruguayo. 
Pitazo final en Quito: Ecuador 2, Perú 0. Nos ahogaron en el segundo tiempo. Markariàn dejó solo a Retamozo, el único volante de marca de la bicolor; los rivales pasaron como aviones a nuestro campo y nos vacunaron dos veces. Por qué  el técnico apostó por MichaelGuevara en lugar de uno de contención para aguantar el vendaval ecuatoriano, ¿se olvidó?
Los cuatro fantásticos no fueron la solución, el seleccionador nacional tuvo que poner el pecho ante la hemorragia de interrogantes  incluso de aquellos que comieron torta con él. La prensa quiere vender, los resultados le niega esa posibilidad; se vienen los problemas. Ahora empezarán a joder y el uruguayo se cansará y explotará,  luego cogerá sus maletas (cargada de dólares) y se largará dejàndonos con la ilusión en el aire..
¡Vamos carajo que tenemos que ganar! los peruanos esperaràn ansiosos hasta el próximo año para seguir riendo o llorando. Se vendió mucho humo, ahora el camino se ve un tanto sinuoso; esperando que esto sea solo un espejismo.