martes, 17 de enero de 2012

El "Chorri" Palacios

El semáforo me ofreció su color fuerte, el rojo; me detuve con cierto temor. Eran las doce de la noche  en una intersección un poco picante: Av Arica con Varela en Breña. Miraba a todos lados tomando precaución por si algún piraña se acerque a robarme lo que no tengo o llevarse lo que encuentre destrozando el vidrio del auto. De pronto un Seat León paró; éramos dos vehículos esperando el cambio de luz para avanzar. Mirè quién estaba en ese lujoso coche y apenas observè a un tipo flaco con el cabello corto y ralos bigotes; no le tomé importancia; el también me miró, como tomando precaución. De pronto el disco verde del semáforo se ilumina, el Seat sale como una centella, quizá para zafarse del lugar peligroso o el timonel estaba apurado; entonces reparé en mi apreciación, pero ya era muy tarde; era Roberto el "chorri" Palacios. Me lamenté no advertir su presencia antes. Quería saludarlo y agradecerle por los golazos que metió con la blanquirroja y por que nunca arrugó y le puso "huevos" al juego. Ahora el hombre ya es un ganador y puede comprarse los coches que él quiera, claro en sus inicios nunca se imaginó llegar tan lejos.
Año 1992, Estadio Nacional. terminado un partido ingresé al camarín del Sporting Cristal (tiempos que se entraba con tranquilidad sin mastodontes que te escanean todo) el "Chorri" ya pintaba como un crack, ese día metió un golazo; todos felicitaban al flaquito con  bigotes cantinflescos. El entrenador Juan Carlos Oblitas le dijo:¡bien chorri carajo! y le palmeó la espalda.
2011 Estadio Miguel Grau del Callao, un sábado, día del pueblo. El "Chorri" ya se jugaba los descuentos como futbolista, casi ya no jugaba. El recinto estaba lleno; los "celestes" enfrentaban al Sport Boys. Parecía que el encuentro iba a terminar o-o. El chorrillano entra casi al final  y en una jugada suya hacen el gol. Ganaron los rimenses; terminado el match, Palacios declaró a la prensa, ahí lo vi llorando y resaltando el apoyo incondicional de su madre que nunca dejó de alentarlo y que sufría cuando pateaban a su hijo. En su despedida se emocionó y se quebró, las lágrimas otra vez surcaron el rostro del Chorri, el jugador que todos los peruanos gozamos con sus goles y que siempre lo recordaremos.