Hay una canción que dice: ¿quién no ha llorado por amor? Sin duda la respuesta sería: ¡Todos! Valera falla su disparo y todo se derrumba, ningún peruano quería aceptarlo y empezó el lloriqueo, sí, como un niño, porque amamos a nuestra patria, la nación representada en el fútbol, sí, ese deporte que mueve multitudes en todo el mundo. Nuestra Tierra es futbolera en toda su dimensión. Nos quedamos mudos, sin acción a nada, el panorama del país era desolador.
Ya no tenemos espacio para ensayar conjeturas que de nada sirven, que mejor hubiera pateado Trauco o Aquino. Solo queda reconocer el esfuerzo de los muchachos que hicieron todo por regalarnos esa alegría, no se pudo y ya está. Precisar también la labor del 'tigre' Gareca, artífice de todas las alegrías que nos dio, el agradecimiento correspondiente por su buen trabajo.
El fútbol nos une y, una victoria determina en ese abrazo colectivo, en la euforia total, dejando de lado todos los problemas cotidianos que nos deriva en broncas sin sentido, en paranoias colectivas inútiles. Quizá nos ilusionamos demasiado, ahí fue el error, nos veíamos ya en Qatar, pero el juego dura 90 minutos y más, sí, hasta llegar a esa ruleta que hasta el más grande le tiene miedo: Los penales.
No se pudo y punto. Los australianos nos bajaron del micro y nos dejaron sin mundial. En el país de los canguros ni siquiera hicieron fiesta, acá, el escenario era de luto. Vendrán nuevas alegrías y también revanchas, de eso, todos estamos seguros, y volveremos a reír, abrazarnos, disfrutar, salir a las calles a celebrar con bombos y platillos porque el Perú es futbolero y sin fútbol no hay paraíso.