martes, 31 de mayo de 2016

UN PASEO POR LAS CUCARDAS

El lugar no es confiable, sobre todo en la noche, la poca luz tenue de la calle, los huecos salvajes de la pista, locos y fumones que pululan por la zona, suman para decir que el panorama es tenebroso, horrible; pero no importa para los parroquianos que urgidos en divertirse, pasar una noche alegre y, descargar su adrenalina sexual, arriesgan su pellejo y como sea llegan a las "Cucardas", el prostíbulo más conocido en Lima.


La 4x4 de Percy entra por ese lugar desconfiable, lleno de baches. Varios hombres de mal aspecto lo abordan y le recomiendan un estacionamiento seguro en una cochera.

Dejando a buen recaudo el "bólido", bajan Percy y sus amigos, Ernesto y Felipe. Contentos se dirigen a las "Cucardas". De arranque en la puerta dos gorilones lo escanean a los tres, revisándoles hasta las "boloñas", para asegurarse de que no lleven armas; los amigos se incomodan, se miran, pero siguen adelante. Ahora a pasar por "cajatambo", 35 morlacos por cabeza, que Ernesto paga, es el más entusiasmado, en abstinencia, llega de Italia, con sus fichas y quiere divertirse.


Luego de cancelar el ingreso, otros dos gorilones exigen revisarlos. Uno cabezón, trinchudo, cara de perro flaco dice: no se permiten celulares, los tres se miran sorprendidos, molestos, el mastodonte insiste, los tres a regañadientes dejan los aparatos en resguardo, donde un viejo pelado, chato, mofletudo los recibe y les entrega una tarjeta con número, requisito para reclamar los aparatos.


Una vez revisados hasta el alma, los tres amigos entran, por fin, al corazón de las "Cucardas". Empieza la aventura, caminan por un pasadizo, en la primera puerta está parada como todas una linda nena de 22 años, Lorena (seguro, nombre de batalla) ecuatoriana, que sonríe, bueno todas las chicas esbozan una sonrisa a todos los parroquianos, así no sea de su agrado, parece una regla básica de la casa; buena atención al cliente que le dicen o para justificar las 35 "lucas" que se paga por ingresar.





Siguen avanzando, Ernesto el más afanoso no sabía que hacer, quería entrar a la primera, pero se contuvo y haciendo caso a sus amigos siguió caminando y revisando el panorama, donde las mujeres son la atracción principal. Es como caminar en un mercado, te cruzas con todo tipo de hombres, jóvenes, viejos, flacos, gordos.  Las chicas tienen una frase favorita: ¡hola guapo! acompañada de la infaltable sonrisa, así no seas favorecido, total es su "chamba y quieren elevar la autoestima.


Los amigos siguieron desfilando por los pasillos, mirando, deleitándose con las portentosas mujeres, para todos los gustos, las hay colombianas, ecuatorianas, venezolanas y como no, peruanas, todas con un requisito indispensable: guapas, buen cuerpo y, favorecidas con el trasero.


La iluminación donde predomina el rojo, color característico de los burdeles es cómplice de las travesuras de las "chicas" que solo usan un bikini, como si estuvieran en la playa. En la confusión de los transitados y trajinados pasillos, una de ellas le tocó el poto al Felipe, y otra guapetona le tocó los genitales como invitándole a que entre a "jugar" con ella. Los amigos seguían dando vueltas en los dos niveles que tiene el local y, a la vez, relajándose y ver por cuál  de las traviesas la pasaban bien.


La música sugerente indicaba que empezaba el show, muchos fueron a paso ligero a disfrutar del espectáculo, un enano se cruzó presuroso delante de los tres amigos, ellos se rieron a carcajadas. De pronto Ernesto desapareció, Percy y Felipe sonrieron, entendieron, especularon y dijeron: ya era hora que entré, estaba muy ansioso. Los dos amigos caminaron a observar el show del "tubo", donde un flaca hacía sus piruetas, a la vez que se sacaba el brasier y luego, sutilmente, las bragas, quedando como Eva, justo al término de la canción de fondo, los "mirones" o mejor dicho los parroquianos aplaudían a rabiar, contentos.


Como arte de magia apareció Ernesto, feliz y dijo: muchachos unas cervezas y caminó hacia la barra y trajo tres "chelas" heladas, personales. Carajo, dijo, me han asaltado, 15 lucas cada botella, los tres rieron y se refrescaron con el líquido. Luego pasaron a disfrutar de las "bandidas" Percy y Felipe. Luego de dar vueltas por el local, se fueron contentos, pero con hambre, pidieron en resguardo sus celulares y salieron. Percy arrancó la 4x4 y arrancaron, entre bromas y risas de lo que fue la aventura en las "Cucardas".






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